En los últimos años la obesidad se está convirtiendo en uno de los mayores problemas de las sociedades desarrolladas, llegando a ser una enfermedad que no solo está afectando a los adultos, sino que cada vez afecta más a los niños. Pero la obesidad no es solo un problema estético, habría que concienciar a la población que éste problema es el comienzo hacia muchas otras enfermedades. Disponemos de datos que nos demuestran que el sobrepeso es factor de riesgo en enfermedades como el cáncer, enfermedades cardiacas, diabetes, produce complicaciones metabólicas o acorta la vida de los que lo sufren, sin contar la gran cantidad de problemas psicológicos que sufren debido al rechazo social o la marginación.(1)
Por ello el tratamiento de la obesidad no debe quedarse tan solo en una intervención a nivel dietético, sino también en una terapia de reeducación de hábitos y de apoyo psicológico.
La obesidad es una enfermedad multifactorial que se caracteriza por el acumulo de tejido graso debido a problemas en los sistemas de control de peso y a un desajuste en el balance energético, es decir, entre la energía ingerida y la energía gastada. Pero como hemos dicho, afectan otro tipo de factores; la carga genética, los niveles de insulina en sangre, problemas hormonales, actividad física …
Las estadísticas refieren que un 13.4% de la población española es obesa (15.3% de las mujeres y 11.5% de los hombres) y el 37.8% de las personas mayores de 18 años tiene sobrepeso. (2) En Estados Unidos, el problema es mucho mayor: casi un tercio de la población es obesa. Además esta cifra está aumentando rápidamente. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha descrito el problema de la obesidad como una epidemia.
Por otra parte sabemos que existe una relación entre diferentes parámetros antropométricos y la evolución del cáncer, en particular el cáncer de mama. Éste constituye en mujeres, una de las principales causas de muerte por enfermedad neoplásica en nuestro país. A pesar de tratarse de una enfermedad fácilmente curable si se detecta en estadíos precoces, suele presentar una alta tasa de recurrencia.(3)
Mujeres con cáncer de mama y obesidad mejoran si disminuyen el peso, el IMC así como los niveles de lípidos en sangre. Mujeres con un IMC > 30 tienen un 31% más de riesgo que mujeres con un IMC< 25. Pero en este punto también influye el momento en el que la mujer se encuentre, si el cáncer se ha desarrollado antes o después de la menopausia. Mujeres pre-menopáusicas con sobrepeso tienden a ciclos irregulares y a un aumento de las tasas de infertilidad; esto sugiere que menos ciclos ovulatorios y menos exposición a los estrógenos y progesterona podría reducir el riesgo. Mujeres post-menopaúsicas con obesidad general, sobretodo obesidad central; tienen más riesgo de sufrir y desarrollar un cáncer de mama. Especial atención merece los efectos de la adiposidad en el metabolismo de los estrógenos endógenos. (4)
Tras el diagnóstico de cáncer de mama se produce una ganancia media de peso de 2 a 8 kilos durante el primer año, lo que provoca efectos negativos; estrés psicológico, enfermedades cardiovasculares y podría aumentar el riesgo de recurrencia y, de esta forma, disminuir la supervivencia. (5)
Se intenta durante el tratamiento del cáncer que el aumento de peso no vaya a más, y que tras cambios en la alimentación se consiga un peso correcto que mejorará la calidad de vida y el pronóstico del cáncer.
La etiología del aumento de peso se podría explicar debido a la disminución del ejercicio físico, siendo éste el punto más importante en las mujeres diagnosticadas. También hay que considerar otros factores como: el fallo ovárico, el aumento de la ingesta calórica, la disminución del metabolismo basal y el tipo, dosis y duración del tratamiento pre/postmenopausia.
Durante la enfermedad se provoca un aumento de los estrógenos circulantes lo que da lugar a un incremento de la actividad estrogénica, y ésta a su vez, a la proliferación de las células epiteliales cancerígenas de la mama.
Los estrógenos son sintetizados a partir de precursores androgénicos gracias a un grupo de enzimas aromatasas. Estas enzimas de forma natural se encuentran en el ovario, tejido adiposo, fibroblastos de la piel, placenta y el cerebro. El ovario es el lugar donde mayor concentración existe siendo estimulada por la hormona folículo estimulante (FSH). En la menopausia se produce un bloqueo hormonal, al igual que en los tumores estrógeno dependientes como los miomas, la endometriosis y especialmente el cáncer de mama. En este bloqueo se hace más importante la metabolización de los estrógenos a partir del tejido adiposo y la piel, por lo que la aromatización va a estar directamente relacionada con el volumen de tejido graso de cada mujer. Con la obesidad y el continuo aumento de peso por parte de las pacientes, el tejido adiposo aumenta. Se produce un aumento de la leptina y la insulina provocando a su vez, un aumento del estradiol, y por tanto de la actividad estrogénica. Además los tumores estrógeno-dependientes se caracterizan por presentar una mayor expresión de la enzima aromatasa con el consiguiente aumento de estradiol. Se han estudiado muchos tratamientos inhibidores de la aromatasa aunque también puede ser modulada por la dieta. (6)
La base fundamental en el tratamiento de aumento de peso es el ejercicio físico, la restricción calórica, realizar un soporte psicológico, y en algunos casos es necesaria la ayuda de fármacos o cirugía. Se deberán hacer unas recomendaciones para la pérdida de peso, siempre pensando en objetivos realistas; una reducción inicial del 10% del peso. Se hará mucho hincapié en el tema de ejercicio físico como medio para la pérdida de peso.
Llevar a cabo una intervención en psicoterapia con estos pacientes ha demostrado que promueve la supervivencia; pero surge una duda; si mejora, ¿debe ofrecerse a todos los pacientes o solo a aquellos que sufren ya algún desorden? (7)
A pesar de todo, se ha observado que tras el diagnóstico hay una reducción de la actividad física, que este descenso es mayor en las mujeres tratadas con cirugía, quimioterapia o radioterapia y que las mujeres con sobrepeso y obesidad reducen más el ejercicio tras el diagnóstico. (8)
En los últimos años se han realizado varios estudios, en los que se demuestra como la obesidad es un factor de riesgo para el cáncer de mama en mujeres post-menopausicas; (9) así como influye en la supervivencia de las mujeres diagnosticadas. (10). Aquellas mujeres obesas tienen un pobre pronostico debido, en parte a problemas crónicos derivados de la alta exposición a estrógenos circulantes e insulina. Sin embargo las mujeres con bajo peso o que consiguen una pequeña perdida de peso durante la enfermedad, sobreviven menos que aquellas que mantienen o ganan peso. Estos resultados podrían explicarse por la preexistencia de otras comorbilidades, ya que normalmente suele haber una ganancia de peso tras recibir quimioterapia y terapia hormonal. (11)
En relación a esto, sería importante estudiar cómo algunos fármacos utilizados en el tratamiento de la obesidad, podrían utilizarse como apoyo para el cáncer.
También sería recomendable, como en cualquier tipo de cáncer, aunque parece haber más estudios en relación con el de mama, disminuir o retirar los lácteos y disminuir al máximo azúcares de absorción rápida.