Ha habido épocas en las que tener sobrepeso era un sinónimo de “saludable”. Y así lo atestiguan algunos refranes como “hombre gordinflón, hombre bonachón” u otros que hablaban de lo perniciosa que era la extrema delgadez: “Con malas comidas y peores cenas, menguan las carnes y crecen las venas”.
Sin embargo, hoy en día estamos muy preocupados por el volumen de nuestro contorno, pendientes del “kilo arriba, kilo abajo” y además cuando se trata de estar fit hay algo que nos inquieta en especial: la grasa. Tanto a nivel estético como de salud, es algo que está muy mal visto y en general se tiende a acabar con ella sin reservas. Pero, ¿Y si fuera beneficiosa?
Numerosos estudios y médicos la defienden como una parte esencial del organismo. LaVanguardia.com se ha puesto en contacto con la Dr. Teresa Lajo, endocrinóloga de la clínica de medicina integral Nuosalud, y el Dr. Albert Goday, endocrinólogo miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y médico del Hospital del Mar de Barcelona, para que nos despejen algunas dudas.
El porcentaje idóneo y su importancia
En condiciones normales el cuerpo humano contiene un tejido graso que varía entre un 15-18% en el caso de un hombre joven y entre un 20- 25% en una mujer.
Según la Dr. Lajo: “Las grasas son un componente fundamental en la composición de las estructuras celulares, los tejidos, y los órganos de nuestro cuerpo. Las membranas de las células están compuestas en gran parte por lípidos, y por tanto son necesarias para su regeneración, mantenimiento y función”.
La grasa es necesaria para que el intestino absorba las vitaminas liposolubles
Además, “son un componente muy importante del cerebro, ya que las conexiones neuronales están formadas principalmente por grasas. Por otro lado, permiten absorber las vitaminas liposolubles (A, D, E, K), que no solo precisan un medio graso, también las necesitan para ser absorbidas por el intestino”, añade la endocrinóloga.
No obstante, Lajo nos advierte que existen dos tipos de obesidad. Por un lado la abdominal o androide, acumulada en la región del abdomen y asociada a problemas metabólicos, y la glúteo- femoral o ginoide, la situada en caderas y muslos.
Dime dónde la acumulas y te diré cuán peligrosa es
En este sentido podemos hablar de una grasa “buena” y “mala”. La situada en el perímetro abdominal tiene un límite sano que en la mujer está en 88 centímetros, mientras que en el hombre es de 102. Si una persona con sobrepeso cumple estos parámetros, hablamos de obesidad central, pero si los excede se denomina obesidad central o visceral que es más peligrosa y puede ser la causa de algunas enfermedades.
El Dr. Albert Goday, miembro del Centro de investigación Biomédica en Red, afirma que “la acumulación de grasa en cintura es más característica en varones o mujer con la menopausia. Es peligrosa porque se pega a las vísceras y se infiltra en órganos como el hígado (esteatosis hepática) o el corazón. A su vez genera unas sustancias tóxicas que provocan una inflamación y dañan los órganos”.
Pero, también hay una buena. Tal y como nos explica la doctora Lajo: “la que se encuentra bajo la piel, el vientre, los glúteos y el peritoneo sirve como aislamiento frente a perdidas de calor y también como protección, ya que proporciona un ‘alcolchamiento’ en determinadas zonas del cuerpo como la planta del pie, las articulaciones, alrededor de los órganos”.
La grasa que se acumula bajo la piel, el vientre y los glúteos sirve de protección
El ser humano tiene reservas para permanecer hasta 40 días sin suministro de alimento. En función del sexo y la dieta, su almacenamiento con respecto al peso corporal, puede ser desde un 10% (deportistas y personas extremadamente delgadas), alrededor del 25% (personas con peso normal), y hasta más del 50% (en personas obesas).
La grasa subcutánea constituye el 65% del total, mientras que el resto se encuentra en los espacios del vientre.
Además, según indica la experta, la “indeseable” celulitis o tejido adiposo también cumple todas estas funciones de reserva energética, amortiguación o sujeción de los órganos pero siempre está asociada a sus efectos estéticos y la “deformación” que produce a efecto visual.
La ciencia estudia sus efectos positivos
Una investigación publicada en The Lancet Diabetes Endocrinology -en la que se compararon datos de casi 2 millones de personas- afirma que las personas de mediana edad con un peso bajo tienen un tercio más de probabilidades de desarrollar demencia que las personas de la misma edad con un IMC (Indice de Masa Corporal) saludable.
Y la conclusión más sorprendente fue que las personas obesas tenían aún un 30% menos que las de peso normal. Al contrario de lo que se creía, la obesidad no conduce a un mayor riesgo de demencia.
La endocrinóloga menciona otros estudios que relacionan la cantidad de leptina y adiponectina con la amplitud de las caderas, por lo cual las mujeres que las poseen anchas tienen menos probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y ciertas enfermedades cardiovasculares. Así como investigaciones que demuestran que el IMC con mayor supervivencia está entre 27 y 28, es decir con ligero sobrepeso.
La grasa visceral se asocia con patologías como el síndrome metabólico
Por ello algunos términos como “fofisano” no van tan desencaminados, ya que se puede tener algo de grasa y estar sano. Aunque tal y como advierte el doctor Goday ,“es una afirmación que debemos tomar con muchos matices, ya que los que cumplen este requisito suelen ser personas jóvenes. A medida que una persona se hace más mayor es más improbable que se mantenga”.
Algo en lo que Lajo coincide y concluye: “La obesidad, entendida con un exceso de grasa, nunca debe ser considerada como solo un problema estético, la grasa visceral (antes mencionada) se asocia con mayor probabilidad de síndrome metabólico. No se debe perder de vista otras patologías relacionadas como algunos tipos de cáncer y enfermedades inflamatorias (artrosis, enfermedad pulmonar o apnea del sueño)”
Fuente: http://www.lavanguardia.com/vivo/salud/20160509/401679562414/grasa-gluteos-buena.html